Instituto Gurdjieff Chile

gi-gurdjieff

El hombre: un ser con posibilidades inconcebibles

De acuerdo a Gurdjieff, el hombre, todo hombre, ha sido dotado por la naturaleza con posibilidades inconcebibles. Desarrollándolas es capaz de convertirse en Hombre, en el verdadero sentido de la palabra. Esta es la meta sublime para la cual esta vida le ha sido dada.

Estas posibilidades están presentes en el hombre como una semilla, y sólo pueden ser actualizadas a través de un “trabajo sobre sí mismo”.

Sin embargo, las bases sobre las cuales este “trabajo en uno mismo” ha de fundarse han sido casi completamente perdidas; a menudo ni siquiera sospechamos que algo así exista, o pueda existir. Los factores que conforman nuestros condicionamientos —educación y ambiente- no apuntan en esta dirección, con el resultado que el hombre sólo se desarrolla como “hombre” entre comillas, como dice Gurdjieff, una caricatura si se compara con lo que podría y debería ser.

La enseñanza de Gurdjieff y la ciencia oficial

Este conocimiento tiene unas bases, una aproximación y una  meta bien diferente de nuestra ciencia ‘oficial’ contemporánea; y debido a que hemos sido adoctrinados en esta última a través de la educación y estamos entretejidos con ella a través de nuestro ambiente, es difícil para nosotros penetrar en este conocimiento.

La ciencia contemporánea investiga el mundo fenoménico que nos rodea e intenta ante todo hacer que los fenómenos sean predecibles, y cuando sea posible, controlables. Su búsqueda está primariamente orientada hacia la periferia. El conocimiento de los fenómenos crece continuamente y se vuelve más diferenciado, lo que conduce inevitablemente a una especialización cada vez mayor. En la medida que la ciencia está interesada en establecer leyes universales que subyacen a los fenómenos, trata de deducir estas leyes de su conocimiento del mundo fenoménico. A la vez, la investigación científica está principalmente orientada hacia subyugar la naturaleza de modo de hacerla satisfacer nuestras necesidades. ‘Sólo un pensamiento’, decía Gurdjieff, ‘tan teórico y distante de los hechos como el pensamiento moderno europeo podía concebir la evolución del hombre como posible aparte de la naturaleza que lo rodea, o haber concebido la evolución del hombre como una conquista gradual de la naturaleza’.

De acuerdo a Gurdjieff es primero que nada el conocimiento sobre nosotros mismos y de nuestro lugar y función en el gran proceso del mundo, lo que es importante para el hombre.

Trabajo en uno mismo

El conocimiento verdadero y la evolución interior o crecimiento interior están inseparablemente unidos.

De la misma manera que no podemos obtener el conocimiento verdadero a partir de nada, asimismo nuestro crecimiento interior no puede realizarse por sí mismo. Por el contrario, este elevado bien que puede ser obtenido por el hombre requiere también del más elevado precio: ‘trabajar en uno mismo’, con un compromiso de la totalidad de nuestro ser.

Nuestro campo de trabajo y aprendizaje es en la vida ordinaria. El mejor, y de hecho el único momento para ‘trabajar en uno mismo’ es ahora, no ‘mañana’. Para este ‘trabajo en uno mismo’ no es necesario apartarse de la responsabilidades de la vida cotidiana; por el contrario, en este camino encontramos nuestro campo de ‘trabajo’ y aprendizaje exactamente en el corazón de la vida cotidiana. Esto se diferencia de los tres caminos ‘tradicionales’ del ‘fakir’, el ‘monje’ y el ‘yogi’, que sí requieren apartarse de la vida cotidiana. Al mismo tiempo, de acuerdo a Gurdjieff, este camino es más rápido, porque aquí el ‘trabajo en nosotros mismos’ toca simultáneamente todos los lados de nuestro ser.

Más aún, dice que existe una ley de acuerdo a la cual las circunstancias en que nos encontramos en el momento presente, son las mejores posibles para comenzar este trabajo; son el reflejo de cómo somos, y por esa razón constituye la base ideal para estudiar nuestro ‘ser’ en todos sus aspectos y comenzar a conocernos.

Trabajo sin tensión

‘El trabajo en uno mismo’ requiere de un gran esfuerzo. Este esfuerzo, sin embargo, es de una naturaleza completamente diferente a los esfuerzos a que estamos acostumbrados en la vida ordinaria cuando apretamos nuestros dientes para lograr algo, alcanzar una meta deseada, o cuando nos forzamos a cumplir con lo que consideramos nuestro deber.

Más bien, es lo opuesto. Se trata de un esfuerzo sin tensión, dirigido hacia liberarnos de las tensiones inútiles en que estamos constantemente atrapados. Es un estado de disponibilidad, de intensidad y sensitividad sin forzar, un abrirnos de nosotros mismos y de hacer espacio a lo que es real dentro y fuera de nosotros.